06 agosto, 2015

Sabés una cosa...? "Hojas 60"


Agradecemos al señor Pablo Cruz Aguirre, quien nos envió esta curiosa anécdota de las "Hojas 60" que tomó del libro "Publicidad: esa maravillosa locura" de Ricardo H. Pueyrredón.


Si nosotros no hubiésemos estado en la fábrica Pal de hojas de afeitar, no hubiéramos podido encontrar el argumento de venta que hizo temblar al coloso Gillette.


En esta fábrica se hacían 2 marcas de hojas de afeitar: las Pal, Peso Pluma y las Hojas 60, estas últimas para nuestro cliente Del Valle Limitada. El acero y sus métodos de fabricación eran los mismos. Sin embargo, Pal vendía 3 veces más. Las Hojas 60 estaban necesitando “algo” que las destacara. Así fue como, recorriendo la fábrica, revisando de aquí y allá y preguntándolo todo, nos encontramos que antes de ser empaquetadas, un operario tomaba una hoja entre las miles que una máquina lanzaba y las introducía dentro de un aparato parecido a un microscopio. Allí observaba el filo de ambos lados con mucho detenimiento.


A raíz de este descubrimiento, fueron las Hojas 60 las que se vendieron diez veces mas que las Pal y casi tanto como las Gillette. Por radio transmitíamos frases que decían: "¿Sabés una cosa…? Anacleto también se afeita con Hojas 60 … porque ¡tienen perfecto ángulo de corte!"
En cada frase cambiábamos los nombres propios, buscando los menos comunes, como: Pancracio, Sinforoso, Ponciano etc. 

En los avisos gráficos explicábamos como se realizaba la operación y la ventaja que se obtenía afeitándose con una hoja cuyo ángulo de corte fuera perfecto. Este argumento causo sensación, especialmente en los fabricantes de otras hojas de afeitar, ya que ellos utilizaban el mismo procedimiento …¡pero nunca lo habían dicho!. El "¿Sabés una cosa?" se hizo tan popular que llegó a representarse un sketch en un teatro de revistas.



Lamentablemente, el stock de acero proveniente de Suecia, se “consumió” en mucho menos tiempo que el calculado, y por causa de la guerra fue imposible obtener nuevas partidas. Y no era para menos. Del Valle Limitada, la firma anunciadora, había hecho su cálculo de ventas en base a cuatro millones de hojas por año … y estaba vendiendo un millón de hojas por mes! Así que a raíz de esto, ellos se quedaron sin hojas y nosotros sin publicidad. Deseo destacar que el hombre que tuvo la confianza en nuestra capacidad y que nos dejo hacer, fue mi amigo Eduardo L. García.




 
 

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