11 octubre, 2009

¡Tierra!


Mañana, 12 de Octubre se cumple el DXVII aniversario del descubrimiento de América. Por eso hoy nuestra entrada se trata de esta hojita de afeitar marca Colón cuya imagen nos fue enviada por Nicolás Campitelli. Esta hoja pertenecía a la colección de su abuelo.

Cristóbal Colón (c. 1451, en un lugar discutido – † Valladolid, España, 20 de mayo de 1506) fue un navegante, cartógrafo, almirante, virrey y gobernador general de las Indias al servicio de la Corona de Castilla, famoso por haber realizado el denominado descubrimiento de América, en 1492.El origen de Colón es muy discutido y diversos lugares se postulan como su tierra natal.

La tesis apoyada mayoritariamente es que nació en Génova, si bien la documentación que existe al respecto no está falta de lagunas y misterios; además, su hijo, Hernando Colón, contribuyó a generar más polémica en este aspecto al ocultar su procedencia en el libro dedicado a su progenitor. Es por ello que han surgido múltiples hipótesis y teorías sobre sus orígenes que lo hacen catalán, gallego, portugués o judío.

Hasta la publicación del mapa de Martin Waldseemuller en 1507 el territorio americano era conocido como "Indias Occidentales" y, aunque posiblemente Colón no fue el primer explorador europeo de América, puede afirmarse que descubrió un nuevo continente para la civilización europea, al ser el primero en trazar una ruta de ida y vuelta aprovechando las corrientes marinas del Atlántico, ruta que hoy todavía se utiliza.

Realizó cuatro viajes a tierras americanas. Su primera expedición partió el 3 de Agosto de 1492 desde el puerto de Palos de la Frontera (Huelva), llegando a Guanahani (hoy en las Islas Bahamas) el 12 de Octubre de dicho año. Este hecho impulsó decisivamente la expansión mundial de Europa y la colonización por varias potencias europeas de gran parte del continente americano y de sus pobladores.

Puerto de Palos

Hay grandes indicios y alguna prueba razonable, como el preámbulo de las Capitulaciones de Santa Fe, firmado el 17 de abril de 1492 "El documento tiene dos partes: un preámbulo que afecta al descubridor y, en segundo lugar, los cinco puntos siguientes que afectan a los Reyes. El preámbulo ha dado mucho que hablar porque es curioso por demás. Dice así: “Vuestras Altezas dan e otorgan a don Cristóbal Colón en alguna satisfacción de lo que ha descubierto en las Mares Océanas y del viaje que agora, con el ayuda de Dios ha de fazer por ellas en servicio de Vuestras Altezas, son las que se siguen.”

Se destaca el ha descubierto porque no es un error, en lugar de ha de descubrir como algunos habían creído. Los que aceptan el predescubrimiento consideran que ésta es una prueba documental contundente. La explicación correcta de este término, y por tanto del preámbulo, era que Colón se atribuía descubrimientos y navegaciones por el Océano anteriores a 1492.

Cuando elaboró su plan descubridor, Colón sabía más de lo que decía. Algo casi obvio es que Colón no fue quien descubrió la redondez de la tierra ni que navegando hacia el Occidente llegaría a Oriente.

Los defensores del predescubrimiento de América sostienen que ese algo trascendental, repentino y milagroso que le sucedió a Colón fue que alguien, con conocimiento de lo que decía, le informó de la existencia de unas tierras al otro lado del océano Atlántico.

Tal información aportaba detalles bastante ajustados sobre algunas islas y sus naturales, sobre ciertos parajes y, especialmente, acerca de las distancias. Ese alguien fue, según unos, un piloto portugués o castellano (si se sigue la conocida como "leyenda del piloto anónimo") que al regresar de Guinea se vio impulsado por alguna tormenta hasta las Antillas. Tras un tiempo allí, regresó, se encontró con Colón, le informó y murió.

 Según otra teoría, la información colombina procedería, no de un europeo, sino de algún grupo indígena que en un desplazamiento por las Antillas se vio obligado a desviarse océano adentro hasta encontrarse con Colón.

Para elaborar su plan descubridor, Colón, de quien se puede decir que era más un hombre de la edad media que de la edad moderna, y se sentía instrumento de la Providencia, utilizó varias fuentes informativas: la Historia rerum ubique gestarum del papa Pío II; la Imago mundi del cardenal y teólogo francés Pierre d'Ailly; y la Correspondencia y Mapa que, en 1474, el sabio y geógrafo florentino Paolo dal Pozzo Toscanelli había hecho llegar al rey de Portugal Alfonso V a través de su confesor, Fernando Martins, acompañado por una carta donde le decía que había que recorrer “la ruta del oeste en dirección a las Indias, donde crecen las especias….”.


Paolo dal Pozzo Toscanelli

Las dos primeras obras, que eran una especie de enciclopedias del saber del momento, las estudió muy detenidamente, como demuestran las casi 1.800 apostillas o anotaciones al margen que hizo en sus ejemplares.

La expedición no fue financiada “generosamente” con las joyas de la Reina. Isabel recordó un Viejo pleito con la ciudad de Palos de la Frontera (Huelva), pocos kilómetros al noroeste de Sevilla. El señor del condado de Niebla, el duque de Medina Sidonia, había sido multado por contrabando y piratería y consiguió, a través de una cédula real del 30 de abril de 1492, trocar la multa en efectivo por la provisión y equipamiento de dos carabelas: la Pinta y la Niña.

Colón marcho hacia Palos de Moguer, condado de Niebla, y armo una sociedad comercial con los hermanos Pinzón y el financista Luis de Santángel. No era fácil conseguir navíos. Muchos eran ocupados por los miles de judíos que abandonaban la península tras la expulsión decretada el 31 de marzo de 1942. Les daban tres meses para expatriarse bajo amenaza de pena de muerte sin distinguir edades ni sexos.

La Pinta (de 23 metros de eslora y 25 tripulantes) había sido construida en los astilleros de Palos pocos años antes del primer viaje fue elegida por Martín Alonso Pinzón por sus cualidades náuticas, ya que él mismo la había alquilado anteriormente. Su nombre hizo pensar a algunos historiadores que pertenecía a la familia Pinto, pero en realidad fue alquilada a los armadores Gómez Rascón y Alonso Quintero, que fueron en ella a América como marinos.

Los hnos. Pinzón

La Niña ( de 21 metros de eslora y 20 tripulantes) era una carabela de velas latinas que pertenecía a los hermanos Niño de Moguer, de ahí su nombre. Antes de formar parte de la expedición su denominación era la Santa Clara. Esta embarcación se construyó en los antiguos astilleros del Puerto de la Ribera de Moguer entre 1487 y 1490. Fue elegida por Vicente Yañez Pinzón por ser muy maniobrable.

La tercera embarcación La Santa María (de 30 metros de eslora y 39 tripulantes) no era una carabela, en contra de lo que la apelación colectiva tradicional de las "Tres Carabelas" afirma. Se trataba de una carraca (nao en el lenguaje náutico español de la época). Con sus tres palos era una carraca menor construida, al parecer, en Galicia (razón por la cual fue llamada originalmente La Gallega) y era propiedad de Juan de la Cosa (imagen inferior)

Martín Alonso Pinzón acababa de regresar de Roma, donde había mantenido largas charlas con un cosmógrafo del Vaticano acerca de las tierras “no descubiertas” situadas al oeste. Había obtenido además, copias de ciertas cartas marinas donde figuraban esas islas. En uno de los mapas – dibujado en 1482 por un romano llamado Benincasa- pudo ver Pinzón unas islas enormes llamadas Antilia y Salvaga, situadas al oeste de África.

Tampoco es cierto que la tripulación estaba compuesta mayoritariamente por presos: el 30 de abril se difundió el pregón invitando a los interesados a embarcarse y pronto se completó la lista: ochenta y cinco navegantes, de los cuales solo cuatro eran reclusos que cumplían condenas. Bartolomé Torres, homicida -había asesinado al pregonero de palos- y sus amigos Juan de Moguer, Alonso Clavijo y Pero Izquierdo, que habían forzado la cárcel pública de palos para liberar a su camarada Bartolomé. De regreso a España fueron perdonados por real cédula de mayo de 1943, porque “avísdes ido por nos servir poniendo vuestra persona a mucho peligro a descobrir las islas Indias”.

Completaban la tripulación funcionarios judiciales, un escribano, un cirujano (sangrador y barbero), un físico, un boticario y un veedor para custodiar los intereses de los reyes. No iba ningún sacerdote, aunque las laminas escolares lo alisten. El costo total del viaje fue de dos millones de Maravedíes. Para completar la cifra Colón recurrió a banqueros genoveses como Francisco Pinelo.

La expedición partió el 2 de agosto de 1492, Cristóbal Colón mandó embarcar a toda su gente, y al día siguiente, antes de salir el sol, dejaba el puerto de Palos de la Frontera.

La primera escala fueron las islas Canarias, donde los expedicionarios tuvieron que arreglar el timón de la Pinta. El 6 de septiembre, con los alisios ventando a favor, Colón marcó rumbo al Oeste. Comenzaba la gran travesía.

Su objetivo era el Cipango, y advirtió a la tripulación que nadie se inquietase hasta haber navegado 700 leguas. A partir de esa distancia, no habría que navegar por la noche. Por si fallaba algo, sin embargo, decidió llevar dos cuentas sobre las distancias recorridas: una secreta o verdadera (sólo para él), y otra pública o falsa, en la que contaría de menos.

El 13 de septiembre descubrió la declinación magnética de la Tierra, y el 16 llegaron al mar de los Sargazos. A partir del 1 de octubre se percató de que algo no se correspondía con sus cálculos. El día 6 ya habían sobrepasado las 800 leguas y no había indicios de tierra. Durante la noche del 6 al 7 de octubre se produjo el primer motín entre los marineros de la Santa María. Los hermanos Pinzón apoyaron a Colón y lo sofocaron. Martín Alonso Pinzón propuso ahorcar a los que no querían seguir, "porque no había de volver atrás sin Buena nuevas”.

Sin embargo, en la noche del 9 al 10 de octubre el malestar se extendió a todos, incluidos los propios Pinzón. Acordaron navegar tres días más y al cabo de ese tiempo si no encontraban tierra regresarían. No hizo falta: en la madrugada del 11 al 12 de octubre el marinero Juan Rodriguez Bermejo, de la Pinta, sevillano nacido en Triana lanzó el grito esperado: "¡tierra!". Colón sostuvo que había sido él el primero en ver las luces de la tierra que pensaba asiática, quitándole el honor y la recompensa de 10.000 maravedíes al humilde marinero.

Al día siguiente desembarcaron en la isla de Guanahaní (que ellos bautizaron como San Salvador), situada en el archipiélago de las Bahamas, y tomaron posesión de la nueva tierra en nombre de los Reyes Católicos. El 28 de octubre arribaron a la isla de Cuba, y el 21 de noviembre se apartó de la flota Martín Alonso Pinzón. El 6 de diciembre llegaron a la isla de La Española; y el 24 encalló la Santa María, con cuyos restos y la ayuda del cacique de la zona, Guacanagarí, construyeron el fuerte de Navidad. Tras dejar a 39 españoles en él, siguieron la costa, encontraron a Martín Alonso Pinzón el 6 de enero de 1493, y navegaron hasta la península de Samaná. Desde esta zona, el 16 de enero siguiente, el almirante dio la orden de regresar a España.

Recientes investigaciones afirman que el grito de "¡Tierra!" del llamado Rodrigo de Triana se produjo el 13 y no el 12 de octubre. El 13 era mala suerte y como el 12 de octubre era la fiesta de nuestra señora del Pilar, patrona de los reyes Católicos, el almirante habría cambiado la fecha a su antojo para quedar bien con sus benefactores.

Lo que paso a partir de aquel incierto día es otra historia.

Fuentes: Texto de Felipe Pigna publicado en la revista Viva. // www.galeon.com // Wikipedia

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